Joven narcotraficante integrante de una de las múltiples bandas que operan en México.

A cincuenta años de que Richard Nixon declarara la guerra contra las drogas, su efectividad cada vez es más cuestionada. Según el Reporte Anual de las Naciones Unidas 2020, el número de consumidores a nivel mundial aumentó de 210 millones de personas en 2009, a 269 millones en 2018, estudios como estos dan argumentos a quienes defienden que su regulación o despenalización en combinación con políticas de prevención, son mecanismos más eficaces contra el narcotráfico.

Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Bristol, Karina García Reyes (Saltillo, 1983), sostiene que “atrás de la guerra contra las drogas hay beneficios económicos más no de seguridad”. En su libro Morir es un alivio (Planeta) escribe que más del ochenta por ciento de las armas utilizadas por los cárteles mexicanos son fabricadas en Estados Unidos, y que al menos la mitad del dinero lavado en el mundo, aproximadamente 500 mil millones de dólares anuales se blanquea en bancos de la Unión Americana.

El volumen reúne doce de las treinta y tres entrevistas que realizó a excriminales mexicanos, para su tesis doctoral. Analizó sus historias y las razones que los llevaron a entrar a las filas del crimen organizado. A partir de su estudio, García Reyes concluye que es necesario reenfocar las estrategias en materia de seguridad y apuntar el objetivo en materias como la prevención y la reconstrucción del tejido social.

En el libro planteas que tanto autoridades como sociedad hemos errado en la narrativa alrededor del narcotráfico y el combate a las drogas. ¿Qué te hace llegar a esta conclusión?

Para recontextualizar las historias de vida que encontré durante mi trabajo de campo, revisé  la literatura de la guerra contra las drogas y los argumentos de los distintos gobiernos estadounidenses para justificar una guerra que ya suma cincuenta años y treinta de mano dura y militarización, pero sin cosechar frutos. El problema con el uso y mal uso de sustancias tiene que ser una cuestión de salud pública no de seguridad y menos internacional. La guerra contra el narcotráfico fracasó desde el comienzo porque es imposible de ganarla. Necesitamos cuestionar la narrativa oficial por muy enraizada que esté. Muchos farmacólogos han dicho que la división actual entre drogas buenas y malas es arbitraria y carece de evidencia científica. El reporte de las Naciones Unidos 2020 nos dice que el consumo y tráfico de drogas entre 2009 y 2019 aumentó. A cincuenta años de que la declaratoria de guerra en Estados Unidos y a quince de la declaratoria en México ninguno de los objetivos se han conseguido. En contraste, los homicidios y desaparecidos se incrementaron.

Durante el sexenio de Lázaro Cárdenas en México se intentó ver el tema como un asunto de salud pública, pero los intereses económicos no lo dejaron, ¿crees que sigue predominando una lógica de mercado?

Tal cual. Atrás de la guerra contra las drogas hay beneficios económicos mas no de seguridad como dice Estados Unidos. Una de las grandes industrias beneficiadas es la armamentista. En México la red de corrupción es muy grande en los tres niveles de gobierno, pero también hay empresarios y profesionistas. La red del narcotráfico es poderosa y quienes más se benefician son países como Estados Unidos y Reino Unido. El discurso de buenos y malos fue creado en la Unión Americana y en Latinoamericana nos lo hemos creído.

Una de las preguntas que planteas en el libro, es ¿qué hace del crimen organizado una opción laboral? Tras la investigación, ¿qué te respondes?

En los 33 casos que investigué, encontré factores que no se construyen de la noche a la mañana. Muchos llevan muchos años de insensibilización y normalización de la violencia. El individuo no nace violento y mis entrevistados lo reconocen. El problema es que no les queda de otra. Crecen rodeados de violencia doméstica, pandillas, abusos, son víctimas porque están desprotegidos desde que nacen. En el contexto de la ley del más fuerte entrar a este tipo de negocios no resulta tan aberrante como podríamos pensar. Hay factores socioeconómicos importantes relacionados con el consumismo exacerbado que nos mueve. Si vivimos en una sociedad donde el éxito económico es todo y ellos saben que no hay otra manera de acceder a grandes sumas de dinero, no encuentran problema en sumarse a los cárteles. Un último elemento es la falta de valor que dan a su vida. La combinación de todo esto los lleva a este camino.

En principio el gobierno federal prometió brindar oportunidades a los jóvenes para que no tomaran la delincuencia como camino, sin embargo también parece apostar por la militarización. ¿Cómo evalúas la estrategia del presidente?

No la entiendo, pero todavía hay tiempo y espero que el gobierno rectifique. No se ha cumplido la propuesta de campaña de buscar una alternativa distinta a la militarización. En las acciones se sigue la línea de los sexenios anteriores e incluso se intensifica. Un par de ejemplos son la Guardia Nacional y la militarización de la seguridad pública. Todos los niveles de gobierno tendrían que apostar a la prevención y redireccionar los recursos a instituciones como el DIF o a crear instancias que protejan a las niñas, niños y mujeres que son víctimas de violencia, abuso sexual y trata. Me sorprende que se insista en una estrategia fallida. No veo congruencia entre el discurso y las acciones.

Una estrategia de prevención no da titulares como si lo dan de capos detenidos o toneladas incautadas.

Lamentablemente los políticos piensan en acciones que les reditúen en las urnas. La mayoría de los funcionarios de México o Reino Unido conocen la información que manejo en el libro, pero cuando se las expongo me dicen que una estrategia como la que propongo no es popular. Deciden en función de los votos y en México seguimos apostando a la militarización porque la mayoría de las personas consideran que la única manera de combatir el narcotráfico es a través de las fuerzas armadas. Mi libro plantea una narrativa alternativa, más humana y basada en evidencia científica.

¿En verdad una estrategia distinta a la militarización no sería popular?

Implica un programa muy amplio. Las estadísticas todavía demuestran que la mayoría de la sociedad no está de acuerdo con la regulación de las drogas. No se trata de promoverlas sino de una regulación que arrebate el mercado a las organizaciones que las trafican. Es imposible eliminar el mercado negro, pero se puede disminuir. Veo miedo en apostarle a la prevención a largo plazo porque no da resultados inmediatos y por lo tanto el votante no lo notará. La sociedad mexicana en su conjunto todavía es conservadora, pero el gobierno sí podría ser más transparente a la hora de informar sus estrategias de seguridad.